La riqueza minera de la Sierra de Lújar aparece documentada por vez primera en 1795, aunque sus orígenes son mucho más antiguos, siendo los siglos XIX y XX los de su máximo esplendor. En 1856 existían ya 64 pozos y nueve fábricas de fundición.
En 1895 se creó la sociedad Minas y Plomos de Lújar, pasando más tarde a ser propiedad del belga Luis de Pelsmaeker (Minas de Sierra de Lújar), quién en 1944 la vendería a la S.M.M. de Peñarroya SA, comenzando ésta en 1951 la explotación intensiva de las minas de plomo hasta que a principios de los 70 emprendió la extracción de fluorita, destinada a la industria siderúrgica y química.
El método de explotación fue el de cámaras y pilares, con más de 100 kilómetros de galerías, siendo por tanto uno de los mayores complejos extractivos de plomo de toda Europa.
El mineral se bajaba de la sierra mediante un cable aéreo hasta el lavadero de Tablones, para ser enviado, una vez procesado, hasta Durcal y Motril, desde dónde era remitido por barco hasta Cartagena. Entre 1978 y 1986, fueron extraídas más de 600.000 toneladas.
Peñarroya se asoció en 1977 con Minas de Almagrera, creándose entonces la Sociedad Minas de Órgiva SA (MINORSA), pero en 1984 esta empresa se disolvería, comenzando entonces una etapa de crisis que culminaría con el cierre de las explotaciones en agosto de 1989.
Las antiguas dependencias de la mina Carriles han sido transformadas recientemente para albergar un Centro de Interpretación de la Minería. El poblado construido por Peñarroya esta prácticamente derruido.
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