Todo un símbolo. Destrozadas por el uso, desaparecidos sus cordones, invadidas por el musgo y la humedad. Abandonadas en una mina ya cerrada desde hace mucho tiempo. Inservibles. Inútiles.
Atrás quedó el trabajo, el sufrimiento, la necesidad. Atrás quedó la mina, hoy tan ajada y maltrecha como las botas de ese minero anónimo que nunca más las volverá a llevar. Atrás quedó el frío, el agua, el negro carbón. Atrás quedó ya todo.
Las minas languidecen, agonizan, y con ellas, los hombres que dejaron parte de su vida en aquella terrible oscuridad, colgadas sus esperanzas entre las mampostas, vagando aún su alma entre las galerías.
De aquel tiempo pasado solo perduran unas botas, resistiéndose a morir. Y el espíritu minero, eterno e invencible.
La fotografía fue tomada el lunes día 8 de Diciembre de 2008 en la mina La Serrana, de Palomar de Arroyos, Teruel.
Foto y texto: J.M. Sanchis