No sé quién es el tal Navarro, ni me importa. Posiblemente, las reivindicaciones de las gentes de Portman sean razonables, que estén ya hartos de robos, de chapuzas y de promesas incumplidas. De agresiones a su Sierra, de campitos de golf, de saqueos, de privatización de lo que debiera ser común, de vertederos o de caminos intransitables y peligrosos. Pero de ahí a convertir los elementos patrimoniales mineros en lienzos para expresar su malestar, hay un trecho.
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Ver todas esas pintadas con las que han “adornado” castilletes, pozos, brocales y muros a lo largo del camino de La Unión a Portman es sencillamente penoso y lamentable. Si desean mostrar su cabreo, háganlo en otros lugares. Pinten al óleo la puerta del tal Navarro, si quieren, o decoren su automóvil con bonitos sprays de colorines. O suelten conejos para que se coman la hierba del golf, pero dejen en paz a esas nobles ruinas, que bastantes enemigos tienen ya para que vengan Vds. a sumarse a la lista. Porque no olviden que ese patrimonio es de todos, no solamente de unos pocos, aunque vivan cerca. Y si Vds. no aprenden a defender lo suyo, con energía pero con respeto, nadie lo hará.
Posiblemente, a Vds. todo esto les importe un comino. Pero les aseguro que a nosotros, no.