Con este apodo se conoció a uno de los empresarios mineros más carismáticos de la Sierra de Cartagena-La Unión: Miguel Zapata. Cuenta la leyenda que para defender al ganado que su familia poseía en El Mirador (una pedanía de San Javier), se enfrentó él solo a una manada de lobos, matando a uno de ellos y poniendo en fuga al resto. La cabeza disecada de aquel animal la conservaría hasta su muerte.
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Miguel Zapata se estableció en la zona sobre 1860, instalando un ventorrillo en las cercanías del Llano del Beal e involucrándose en el negocio minero hasta llegar a ser una de las mayores fortunas de la región, dueño de minas, fundiciones, industrias e incluso buques. Sus propiedades pasaron más tarde a manos de su yerno, José Maestre, para acabar, en 1968, en manos de la sociedad Peñarroya España.
Sobre 1880 levantó el suntuoso edificio conocido como la Casa del Tío Lobo, en Portmán, obra del prestigioso arquitecto Víctor Beltrí, en donde permanecería hasta poco antes de su muerte, acaecida en 1918. La construcción, uno de los mejores ejemplos del Modernismo murciano, se encuentra actualmente en un deplorable estado de abandono, pese a estar catalogada como Bien de Interés Cultural.