Davy inventó su benefactora lámpara de seguridad minera con el loable fin de salvar vidas humanas, pero probablemente jamás llegaría a imaginar que gracias y únicamente a su combustible, dos hombres pudieran escapar de la muerte empleándolo como alimento.
En marzo de 1915, una terrible explosión de grisú en el piso 25 de la mina Cabeza de Vaca provocó la muerte a 17 mineros, hiriendo de gravedad a 11. Otros dos, el ingeniero de la mina y su capataz, permanecieron atrapados durante doce días, nutriéndose únicamente con el aceite de sus lámparas, en total oscuridad y rodeados de cadáveres. Este es el impresionante relato de los hechos y la historia de dos profesionales de la mina cuya confianza en sus compañeros y sus grandes deseos de vivir pudieron más que aquel cúmulo de adversas circunstancias.