Mina de sal conocida ya en tiempos romanos y explotada, en distintas épocas, por particulares, el Estado y alguna compañía hasta mediados del siglo XX, por el método de cámaras y pilares.
Contó con dos pozos, uno de escalas y el de extracción, teniendo el primero una escalera de caracol que fue quemada durante al Guerra Carlista de 1837. Hoy pueden contemplarse las ruinas del edificio bajo el cual estuvo el pozo principal, el asiento del torno de extracción y, ascendiendo por la rambla, tres galerías, parcialmente colmatadas, sobre las que se observa el afloramiento de halita, con caprichosas formas y estalactitas de sal.
El acceso a la Rambla Salada se efectúa por un camino de tierra señalizado que parte del casco urbano de Minglanilla, o bien por el mismo pero tomándolo desde La Pesquera, atravesando terrenos del Keuper donde son muy frecuentes las cristalizaciones de yeso rojo junto a aragonitos y Jacintos de Compostela.
En la actualidad hay proyectado en Minglanilla un Museo de la Sal.