Pese a estar declarada la diminuta zona donde se asienta este singular afloramiento calizo como microrreserva de flora, hallarse en el corazón del Parque Natural de La Albufera, contar con una ermita del siglo XIV y, para más INRI, tratarse de un interesantísimo yacimiento paleontológico del Cuaternario, las autoridades permiten que sea utilizado como área de recreo adonde acuden excursionistas y domingueros a hacer sus merendolas y barbacoas.
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Como era de esperar, las numerosas oquedades y cuevas naturales que en él se encuentran son frecuentemente utilizadas por los ciudadanos como estercoleros y depósitos de todo tipo de residuos. Es mucho más cómodo, al parecer, deshacerse de las basuras empleando estas grutas naturales que usando las papeleras colocadas a tal fin, si bien tan culpables son los que ensucian como los que no limpian y, sobre todo, los que autorizaron el empleo del lugar para tan lúdicos pero poco respetuosos fines. Una marranada más, que nos sugiere dos preguntas:
¿Con lo grande que es España, no había otro lugar que este para permitir un área de recreo donde los campistas pudiesen hacer sus pic-nics? Como siempre, la eterna máxima del siete y medio: o nos pasamos o no llegamos.
Y la segunda, repetida ya hasta la saciedad: ¿hasta cuando?
