Esa es la extensión de España. Miles de kilómetros cuadrados donde abundan los pedregales, cantizales, pedrizas, acopios inútiles, canchales, cascajares, canteras abandonadas, gleras, pedriscales, pedroches, pedreras, roquedas, peñascales, riscales y similares. Y precisamente hay que ir a triturar la histórica escombrera del pozo San Juan. Como si no hubiese otros lugares donde ejercer esa miserable rapiña.
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Y lo malo del caso es que, seguramente, lo están haciendo bajo amparo de la ley, pues ya se sabe que estos sujetos, vultúridos de pacotilla se las conocen todas y son unos auténticos malabaristas de la legislación. Con dos cojones y una potente machacadora están reduciendo a polvo la escombrera de San Juan, en Linares, mientras que el personal está mirando a Murcia, o al techo, o al reloj en espera que dé las 3. No todos, claro, ya que alguno se ha molestado en fotografiar y denunciar la extracción.
Y así van desapareciendo una tras otra, sin que apenas nadie les saque los colores a estos individuos y a los que, consciente o inconscientemente, les dan cobertura. Los últimos vestigios minerales de unas explotaciones centenarias convertidos en zahorra.
Pues qué bien.