Este pozo, que debe su nombre a un ingeniero de minas, tiene su origen en 1875, fecha en la que el arrendatario de Arrayanes por aquel entonces, José Genaro Villanova, lo inició.
Situado en el Ladero de las Lagunas, sobre el filón Norte, llegó a alcanzar una profundidad de 405 metros. En 1889 pasó a manos de Ignacio Figueroa, para acabar siendo propiedad del Estado desde 1907 hasta 1971, fecha en que cesó la actividad.
Podemos contemplar entre sus ruinas la gran casa de máquinas, de mampostería, su esbelta chimenea y la caña del pozo, cubierta en la actualidad por una losa de hormigón. Junto a ella aún se distinguen los apoyos del castillete.
Los datos históricos proceden del libro de Fco. Gutiérrez Guzmán “Las minas de Linares. Apuntes históricos”.
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