El ayuntamiento asturiano de San Martín del Rey Aurelio, haciendo caso omiso a todas las alegaciones presentadas por diversos grupos políticos y asociaciones, ha derribado la casa de máquinas del histórico pozo Entrego. Argumentando que “el edificio carece de valor alguno, histórico o artístico”, la piqueta se ha encargado de dejar huérfano, o si se prefiere, castrado, al castillete de este pozo, ubicado en pleno centro de El Entrego.
En el ahora solar será construido un edificio que sin duda ocultará gran parte de la estructura metálica, con absoluto desprecio a la emblemática imagen que castillete y casa de máquinas representaba.
Estamos ya acostumbrados a ver como en este país, tan insensible hacia su patrimonio minero como tan dado a iniciativas destructoras, van desapareciendo paulatinamente ante la indiferencia general lo que antaño fueron auténticos símbolos de una actividad que jamás debió extinguirse.
Convertidos en chatarra mal vendida, o en el mejor de los casos, transformados en elementos decorativos desarraigados de su legítimo emplazamiento, los castilletes mineros son, sin duda alguna y para muchos, el testimonio molesto que debe ser borrado de la faz de la tierra. Y cuanto antes, mejor. Hoy, la dentellada ha sido para el pozo Entrego. Mañana le tocará a otro, y pasado mañana a otro, y así sucesivamente.
Sobre este espinoso asunto, recomendamos la lectura del artículo De castilletes y conciliaciones, publicado en el rotativo La Nueva España el 6 de Octubre del presente año firmado por Faustino Suárez, vicepresidente de INCUNA. No tiene desperdicio.
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