Al amparo de la nueva ley que entra en vigor en 1825, y saliendo de la profunda crisis y conflictos bélicos que caracterizaron el tránsito del siglo XVIII al XIX, comienzan las labores extractivas en el Coto Baranbio-Lezama, concretamente en la cima del monte San Antón, sobre la zona medio-occidental del filón.
Se trata de los filones de plomo y cinc más ricos del territorio alavés. La primera mina en registrarse es la San Antón, muy cerca de la cima del citado monte. Este primer periodo de explotación, comprendido entre 1827-1832, se realizó por promotores alemanes, siendo el director de la explotación Guillermo Schulz.
En su segundo periodo de actividad, durante la primera Guerra Carlista (1833-1840), fue explotada por estos, que beneficiaban exclusivamente la galena para el plomo de la munición, arrojando la esfalerita a las escombreras.
Tras un tiempo de abandono, es denunciada por un vecino de Baranbio en 1855, quien consigue el título de propiedad en 1857. La documentación correspondiente constituye el primer expediente minero de la Jefatura de Minas de Álava. Durante este tercer periodo de actividad de la mina San Antón, comprendido aproximadamente entre los años 1860-1880, se explotan las ricas escombreras de esfalerita acumuladas durante la guerra, que Adan de Yarza cuantificó en 10.000 toneladas de blenda. Nuevas demarcaciones y solicitudes a derecha e izquierda del filón caracterizan esta época, entre las que cabe destacar Demasía a San Antón, Benita, Demasía a Benita, Jacinta, Herminia y la más importante, la mina La Terrible, junto al pueblo de Baranbio. En la última década de siglo, las minas son arrendadas por la Sociedad Minera Euskalduna, quien efectúa una profunda remodelación y modernización de la explotación.
Es a partir de 1900 cuando el coto de Baranbio va a sufrir su fase extractiva más intensa. El bilbaino Juan Tomás Rementería consigue hacerse con el grueso del coto para 1905, relegando a la cada vez más paralizada Euskalduna. Rementería realiza un segundo replanteamiento de la explotación, reactivando las labores en la antigua San Antón y ampliando las labores de mina La Esperanza, cuyo pozo maestro Bat alcanza los 40 metros de profundidad. Incorpora en 1910 a la explotación un moderno lavadero. Todo ello trajo consigo un nuevo esplendor al coto, que duraría hasta la caída de los precios del plomo a finales de los años 20. En 1933, las minas La Esperanza, Aumento a Esperanza, San Antón y Benita se encontraban cerradas.
Tras un intento frustrado de apertura en los años 40, las minas de Baranbio quedaban definitivamente abandonadas en 1946.
Datos históricos extraídos de:
Ibáñez Gómez, M.; Torrecilla Gorbea, M.J. y Zabala Llanos, M. (1992). Arqueología industrial en Álava. Universidad de Deusto. DEIKER. 303 pp.
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