En 1980, la empresa de origen murciano Fundición de Minerales Mercader, Bernardo García Castejón S.L. instaló el lavadero de flotación conocido como de San Carlos, con objeto de tratar las escombreras de la zona. Para ello, se montó una planta de trituración y de molienda, un conjunto de celdas de flotación, un molino de bolas y diversa maquinaria.
La empresa se planteó igualmente la reapertura del pozo Santa Catalina, para lo cual trajo desde La Unión el castillete de la mina Trinidad y acondicionó parte de la mina, aunque desgraciadamente, y debido a la espectacular caída del precio de la plata, el proyecto no se llevó adelante.
En 1995 se realizaron los primeros ensayos sobre los concentrados en Bélgica, pero debido a ciertos problemas surgidos con los fundidores, la empresa minera decidió fundir ella misma sus minerales, para lo cual adquirió un horno giratorio y otro de copelar a la Fundición Santa Lucía, de Cartagena.
Dos años más tarde, y a causa de los malos resultados obtenidos, la empresa metalúrgica vendió sus instalaciones a la sociedad Argenta-Infantado, propietaria de las minas de Hiendelaencina, terminando así la efímera existencia del lavadero San Carlos.
La comparación entre los dos reportajes gráficos presentes en nuestro fondo documental, obtenido el primero de ellos en 1995, cuando el lavadero se encontraba a pleno rendimiento, y las imágenes actuales, tomadas en 2010, produce tristeza y crispación.
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