Fue una de las llamadas “cinco minas ricas” del Barranco Jaroso, junto a Carmen, Esperanza, Observación y Estrella. La registró Miguel Soler, para muchos el descubridor del filón Jaroso, en 1839, perteneciendo por tanto a la sociedad propietaria de la primera mina del distrito: Carmen y Consortes. Años más tarde, esta sociedad se fusionaría con la llamada Esperanza y Consortes.
Funcionaría con óptimos resultados al igual que las demás de su entorno: en conjunto produjeron cinco millones de arrobas en los primeros cuatro años de explotación, pero la aparición del agua en Ánimas en 1843 supondría un gravísimo problema de muy difícil solución, que no resolvería la construcción del primer desagüe, empleando para el bombeo el pozo de la mina Constancia. Comenzó a funcionar en 1852, deteniéndose en 1886.
A partir de esta fecha comenzaría el largo declive de la minería del Jaroso. La mina fue tomada a partido por Diego Flores en 1886, cerrándose definitivamente antes de que finalizara el siglo.
De la mina solo se mantienen en pie, y a duras penas, los restos del castillete de obra sobre el pozo y algunas ruinas de sus edificios.
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