Los orígenes de este grupo minero dedicado al beneficio del mercurio habría que situarlos hacia 1844, cuando la Asturian Mining Company comenzó la explotación de la mina Eugenia y otras, aunque poco tiempo después abandonaría las labores debido a los numerosos problemas metalúrgicos provocados por la abundante presencia de arsénico entre el cinabrio.
En 1879 se hizo cargo de aquellas explotaciones la recién constituida empresa Fábrica de Mieres, propiedad de Numa Guilhou, quien nombró director de las minas a Alejandro Van Straalen, manteniéndose al frente de las mismas hasta 1900.
En 1948 se fundó la sociedad Minas de la Soterraña, siendo Fábrica de Mieres su principal accionista. En la década de los 50 se introdujeron notables mejoras en los métodos de explotación y beneficio, tales como hornos rotatorios, martillos con inyección de agua, etc., manteniendo activos los pozos Eugenia, Ulpino y otros.
La crisis internacional del mercurio de los años 70 afectaría de tal modo a las explotaciones asturianas que en 1974 cesarían todas las actividades extractivas de este metal.
Los restos de este importante grupo minero podemos encontrarlos junto a la carretera de Pola de Lena a Riosa (AS-231), a la altura del km. 4. Sus pozos y galerías constituyen un enmarañado entramado, no exento de peligrosidad, con el agravante de poderse encontrar con la presencia de CH4 (metano) en algunas zonas, ya que al Este de la mina se explotó un pequeña capa de antracita. Los minerales presentes son cinabrio, rejalgar, pirita, marcasita y, en menor medida, oropimente.
Para conocer en detalle la evolución histórica de La Soterraña es imprescindible recurrir al libro La minería del mercurio en Asturias, cuyos autores son C. Luque y M. Gutiérrez.
Agradecemos a Manuel Cañón el reportaje gráfico adjunto.
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