Estas salinas de origen fenicio, deben su existencia a unos manantiales próximos, de los que sale agua de manera constante durante todo el año, a una temperatura media de 25º, con un contenido salino de 28 g/l. Este agua posee también naturaleza ferruginosa. El carácter salobre de estos manantiales se debe a que el agua atraviesa, antes de aflorar, materiales triásicos de naturaleza margo-arcillosa ricos en yesos y sales solubles.
Estos manantiales son perfectamente observables en los alrededores de las salinas y preferentemente rojizos. En su entorno se aprecian micropliegues que nos dan idea de la gran plasticidad de los materiales triásicos, los más antiguos de la provincia.
Las ruinas de Iptuci (asentamiento romano del s. II), próximas a las salinas, en el cercano Cabezo de Hortales y el papel económico-comercial que desempeñó la sal en épocas pasadas, ha llevado a sostener la hipótesis de que estas salinas ya pudieron ser explotadas en la antigüedad y que incluso la presencia de estos manantiales, hubieran podido condicionar en alguna medida el emplazamiento de la citada ciudad. En la actualidad las salinas conservan las antiguas pozas distribuidas de manera irregular en torno a los manantiales.
La halita y el yeso son las especies que encontramos en este yacimiento como es lógico. Cabe destacar los yesos de neoformación que aparecen formando grupos muy bonitos y acaramelados.
Agradecer la colaboración de Manuel Ramírez Ordóñez y Enrique Rodríguez por sus estupendas fotografías. Parte del texto de este post procede del Ayuntamiento de Prado del Rey.
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