Fue la primera fundición establecida en Garrucha, construida en 1841 por los propietarios de la mina Observación, del Barranco Jaroso. Contó con 15 hornos de calcinación, 7 de manga, 3 de copelación y dos de reverbero, y en ella llegaron a emplearse hasta 250 obreros.
En 1848, tras diversas vicisitudes y cambios de propiedad, dejó de fundir minerales de Sierra Almagrera, para dedicarse algunos años más tarde al beneficio mediante un alto horno, el primero instalado en Almería, de los minerales de hierro procedentes de Bédar y la Sierra Cabrera, resultando esta iniciativa un completo fracaso, clausurándose por ello todas sus instalaciones en 1864.
En la actualidad únicamente se conserva su gran chimenea y algún pequeño tramo de la galería de humos. Estos restos se encuentran en pleno casco urbano de Garrucha, sobre el montículo en el que se asienta parte de la ciudad, recientemente urbanizado a modo de parque-monumento.
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