Durante nuestro reciente recorrido por Sierra Almagrera, y tras haber visitado la mina La Guzmana, decidimos ascender hasta el Paso del Bacalao, entre el Cerro de la Templanza y el Pico Tenerife, para contemplar desde allí el maravilloso espectáculo que forman, por una parte, el Barranco Jaroso, y por la otra, la costa del Mediterráneo.
Mientras ascendíamos por aquel penoso sendero, observamos a un reducido grupo que seguía nuestros pasos, a una considerable distancia pero a muy buen ritmo. No tardaríamos en descubrir con sorpresa que se trataba de cuatro personas de cierta edad, que al poco nos alcanzaron; pero la sorpresa dio paso al asombro cuando el personaje que les precedía se dirigió a Fernando llamándole por su nombre. Se trataba, ni más ni menos, del célebre doctor Robert Vernon, especialista británico de talla internacional en temas de arqueología y patrimonio minero, autor, entre otros, de innumerables estudios sobre la minería antigua española. A sus 66 años, y derrochando una envidiable vitalidad, compartió con todos nosotros unos minutos de amena charla, durante la cual reconoció ser un fiel seguidor de MTI.
Y tras las obligadas fotos de familia, emprendieron la marcha con el mismo vigor, hasta perderse al poco tiempo entre las ruinas de la mina San Torcuato, camino de Villaricos, siguiendo la cuerda de la sierra. ¡De mayores queremos ser como Vd., teacher!
Este inusitado encuentro, y en tan insólito lugar, a todos nos recordó otro, cuya trascendencia histórica fue universalmente conocida gracias a la frase con la que hemos encabezado el post.