Esta antigua mina, con número de registro 455 y una extensión de 10 hectáreas, estuvo situada unos 700 metros al norte del grupo Minas de Aznalcóllar, y desapareció bajo las enormes escombreras procedentes de la Corta de los Frailes, en época de la tristemente célebre empresa Boliden.
La explotación, que perteneció en sus comienzos (1890) a la Compañía Gaditana de Minas, benefició una masa piritífera tabular alargada de este a oeste, cuyo buzamiento era de unos 35º y con una longitud de 650 metros, siendo su anchura de 8 a 12 metros.
En 1916 la mina fue arrendada a la Sociedad Minera y Metalúrgica de Peñarroya por un plazo de 10 años. Esta importante compañía formo junto a la casa Kulhmann una filial denominada Compañía Minera Sevillana, que fue la que modernizó las instalaciones, electrificándolas, abrió el nuevo pozo llamado Providencia e instaló junto a éste un taller de preparación mecánica de las piritas, equipado con tres quebrantadoras y dos molinos de cilindros que recibían la mena previamente clasificada mediante una parrilla oscilante y un vibroclasificador. El pozo era de sección circular, de 3,5 metros de diámetro y 160 de profundidad, movido por un torno eléctrico de extracción de 115 caballos.
Al finalizar el contrato, en 1926, la mina sería abandonada definitivamente, tras ser adquirida por la empresa Seville Sulphur, explotadora del grupo Minas de Aznalcóllar, cuya rentabilidad era mucho más elevada que la de Caridad.
A comienzos de los años 70, el yacimiento fue investigado por métodos geofísicos y sondeos mecánicos por Andaluza de Piritas, que por aquel tiempo ya estaba iniciando la primera corta de Aznalcóllar, adónde más tarde irían a parar los vertidos de la rotura de la balsa de lodos en 1998. Las cajas con los testigos de los sondeos quedaron apiladas en las antiguas instalaciones de la mina Caridad, desapareciendo junto a esta bajo toneladas de roca.
Información e imágenes de Ángel Domínguez.
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