Las ruinas de esta gran fundición se encuentran en el paraje conocido como El Tomillar, a escasos 1000 metros de Los Lobos, junto a la Rambla de Mulería, y muy cercana a la mina La Suerte.
Los escasos datos que de esta instalación poseemos se los debemos a Antonio Molina y a su libro Cuevas, la tierra de la Plata. En él se nos dice que fue edificada entre 1842-43 por su propietario, José Pedro Gómez. En 1883 fue adquirida por la sociedad Manchón y Compañía, volviendo a cambiar de propiedad en 1889, año el cual fue reconstruida para ponerla de nuevo en servicio, por lo que se deduce que para aquel entonces estaba parada.
No existen datos de producción, aunque los grandes escoriales, parte de los cuales aún permanecen próximos a sus ruinas, hacen suponer que la cantidad de mineral fundido fue de gran envergadura. Tampoco se conoce la fecha de su cierre.
Aún es posible observar, además de los escoriales, algunos edificios en ruinas y las galerías de humos que se dirigían a los sus dos chimeneas. La más cercana a la fundición es de sección cuadrangular, con cuatro cuerpos que disminuyen en tamaño a medida que se van elevando. La más alejada, que se encuentra enclavada en el cerro Cabezo Blanco, es de sección circular, apoyada en un gran basamento rectangular.
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