La historia minera de la zona de Dícido se inició en 1880, con el asentamiento de varias compañías mineras para la explotación de sus ricos criaderos, entre las que destacan la Dícido Iron Ore y la C.M. de Setares. Tras un importante descenso en las importaciones, a partir de 1912, la C.M. de Dícido adquirió los derechos de la Dícido Iron Ore a la vez que firmaba un contrato de suministro con Altos Hornos de Vizcaya, lo que le permitió continuar con la actividad minera hasta 1921.
A partir de 1940 se produce una nueva caída en la producción, cuya progresiva disminución hará desaparecer casi toda la actividad en la zona hacia los años 70.
A lo largo de todos aquellos años de explotación fue necesaria la construcción de cargaderos para la exportación del mineral por mar. Tres fueron los levantados en el mismo lugar, el primero de ellos en 1886.
Primer cargadero
En 1873 comenzó la explotación de la mina Anita, cuyo mineral era transportado por medio de un tranvía aéreo hasta el puerto de Castro. Tras la instalación de una cadena flotante, en 1886, se levantó el primer cargadero, un muelle embarcadero de 156 metros que sería destruido el 30 de diciembre de 1894 por un fuerte temporal.
Segundo cargadero
A partir de esa fecha, la Dícido Iron Ore emprende la construcción de otro cargadero, un cantilever de 94 metros de longitud y 6 de anchura, a una altura de 14 metros sobre el nivel del mar, apoyado en una pilastra central tronco-cónica. Dispuso de dos pisos de doble vía, y de tolvas para cada uno de ellos. Su peso era de 300 toneladas, y tuvo una capacidad de carga de 2600 toneladas diarias.
La instalación fue volada el 23 de agosto de 1937, durante la Guerra Civil.
Tercer cargadero
Tras finalizar la contienda, Altos Hornos de Vizcaya, propietaria de la Dícido Iron Ore desde 1929, encarga la construcción de un nuevo embarcadero a las empresas Basconia y Gortázar Hermanos. Las obras serían inauguradas el 14 de julio de 1938. Su pescante mide 45 metros, pesa 300 toneladas y tuvo una capacidad de carga de 200 toneladas/hora.
Contó con un solo piso, por el cual transcurría una cinta transportadora que cargaba el mineral de la gran tolva de 30 metros de altura, levantada por la Dícido Iron Ore a finales del siglo XIX. Una compleja red de túneles y galerías completan esta gran instalación, que se mantuvo en servicio 1970. Al ir agotándose la producción disminuyeron considerablemente los embarques, hasta llegar a ser más rentable el transporte mediante camiones y quedando por ello inútil el cargadero.
Al finalizar su vida activa, Agruminsa, filial de Altos Hornos y propietaria del cargadero, vendió las instalaciones, y tras pertenecer a una inmobiliaria y a la empresa Derivados del Fluor, pasó a ser propiedad del Ayuntamiento de Castro Urdiales en 1986 tras el simbólico pago de una peseta.
El cargadero, único cantilever existente en la costa cantábrica, fue declarado Bien de Interés Cultural en 1994.
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