El Cerco se cae

lunes, 6 de febrero de 2012

El Cerco de Peñarroya, una de las catedrales de la minería en nuestro país, se hunde terriblemente y ante los ojos de las administraciones local, regional y nacional.

Este sábado, bajo temperaturas glaciares y de la mano de mi admirado compañero Aute, la persona que mejor conoce este viejo templo de la Société Minière et Metallurgique Peñarroya, nos dimos un garbeo por entre sus antiguas oficinas y almacenes y pudimos observar, de primera mano, cómo todo está viniéndose abajo sin que se tomen medidas urgentes y sensatas.

Cierto es que este fabuloso cíclope que allá por 1881, aunó una ristra de pequeñas y medianas compañías mineras y que, tras un proceso de expansión desde la segunda década del siglo XX, llegó a ocupar el primer puesto en la producción mundial de plomo dulce pese a la competencia norteamericana, recientemente haya sido adquirido por el Ayuntamiento de Peñarroya. Pero no es menos que, a partir de esa conquista, el compromiso ha de ser mucho mayor y entidades como el propio ayuntamiento, la Junta de Andalucía o el Estado no han de continuar permitiendo, tal y como hemos podido saber, que el cuerpo de bomberos o la UME (Unidad Militar de Emergencia) se adiestren apuntalando y desapuntalado los decadentes muros de donde no hace tanto colgaron espléndidos y ferruginosos hornos de cock.

-Hubo un alcalde que propuso un parque temático con tirolinas y cosas así. –me dijo Aute camino de La Pava, la fundición que fue construida en 1891.

Un coche blanco aparcó delante de nosotros y dos jóvenes con vaqueros y chupa, se introdujeron en un ruinoso laboratorio y fueron sacando piezas, que iban almacenando en la parte trasera del auto. “Buenos días”, nos saludaron.

Habíamos estado en el edificio de desplatación sorteando los cimientos de las calderas y observando cómo una cuadrada y sólida torre se erguía descabezada.

-¡Hará un par de años el aspecto era mejor! –espetó Aute, en voz baja.

Un viento frío y molesto comenzó a levantar las hojas secas de los árboles, poco antes de dejar El Cerco; a la tarde nos esperaban las grullas entre las verdes praderas de Valsequillo y Fuente Obejuna. Fue el lunes, atónito y desconcertado, cuando pude comprobar la realización de tales actividades y maniobras en aquel moribundo espacio, denunciándolo a la Consejería de Cultura de la J.A. El texto, que no sé si de algo servirá, acababa con nuestra pesadumbre e impotencia y con un “¡LAMENTABLE, TERRIBLEMENTE LAMENTABLE!”


Número de fotografías: 25 (Click en la foto para ver secuencia)

Escrito

Escrito entregado en la Delegación provincial de Cultura de la J.A en Córdoba.

Ampliar

Fotos y texto: Fernando Penco Valenzuela