La célebre Fábrica de Armas de Orbaiceta fue levantada en 1784 por Carlos III, en un lugar estratégico, el valle de Aezkoa, dada la presencia de minas de hierro en su entorno (Valcarlos, Garralda, San Juan, Changoa o la misma Orbaiceta, dónde se explotaba la mina San Blas) y la abundancia de la madera necesaria para ser empleada como combustible en sus hornos. El primer horno se puso en marcha en el año 1788, usándose para ello minerales de procedencia local, como los de Arrullandieta y Orozvetelu. La antigua ferrería sobre la que se levantó la fábrica era de 1432.
En 1794, a consecuencia de la guerra entre Francia y España, la fábrica resultó totalmente destruida, procediéndose a su reconstrucción a partir de 1800, encendiéndose los hornos de nuevo en 1829 pero cayendo en poder de los carlistas en 1833. En 1844, tras la guerra carlista, volvería a ponerse en funcionamiento, con cuatro hornos y toda la maquinaria necesaria para el tratamiento del hierro (crisoles, martillos pilones, talleres de cerrajería y de municiones, etc). Se fabricarían, principalmente, bombas, granadas, municiones de diverso calibre e incluso algunos cañones.
Fábrica de Armas de Orbaiceta
Canalizacíon del río Legarza, en la fábrica (Fot. J.M. Sanchis, 2012)
AccederA partir de 1868 se fundirían minerales procedentes de las minas bilbaínas de Somorrostro, abandonándose el uso de los de procedencia local. En su última etapa de funcionamiento, el hierro era enviado a Trubia (Asturias), para su elaboración final.
Tras un devastador incendio ocurrido en 1870 se inicio el declive de la fábrica, que sería cerrada definitivamente en 1873. De ella únicamente permanecen en pie algunas ruinas deficientemente preservadas, entre las que destaca el Corredor de Carboneras, dónde estuvieron emplazados los martinetes y norias.