El Toblerone, Almería

martes, 23 de julio de 2013

El Toblerone

Vista desde la Estación de Almería (Fot. J.M. Sanchis, 2013)

Acceder

A comienzos del siglo XX, la compañía escocesa de William Baird inició la explotación de las ricas minas de hierro de Alquife, propiedad que mantuvo hasta 1929; en esa fecha fueron transferidas a la Compañía Andaluza de Minas. El mineral era llevado hasta el puerto de Almería mediante ferrocarril, para ser cargado en buques.

El Toblerone

Otro aspecto del silo (Fot. J.M. Sanchis, 2013)

Acceder

El cargadero, conocido como El Cable Francés (de nuestro vecino país era gran parte del capital de Andaluza de Minas), fue construido entre 1914 y 1918. Hasta él llegaban los trenes, atravesando gran parte de la ciudad y generando constantes molestias a los vecinos, razón por la cual se emprendió en 1972 la construcción de un gran silo que pronto sería bautizado con el mismo nombre de una conocida chocolatina, dado su aspecto triangular. La nave mide 235 metros de largo y 45 de ancho.

El Toblerone

Vista general del silo, con su característica forma (Fot. J.M. Sanchis, 2013)

Acceder

La línea férrea que unía el cargadero con la estación de Almería fue entonces desmantelada, efectuándose la descarga del mineral en una tolva existente junto a la carretera de Sierra Alhamilla, para desde allí ser enviado hasta el silo mediante una cinta transportadora subterránea, donde quedaba almacenado.

El Toblerone

Fachada del silo (Fot. J.M. Sanchis, 2013)

Acceder

Desde aquí, el mineral era reenviado mediante otra cinta bajo tierra hasta la gran vertedera móvil instalada al final del pantalán de El Cable Francés.

El Toblerone

Torreta de aspiradores (Fot. J.M. Sanchis, 2013)

Acceder

Las instalaciones dejaron de usarse en 1996, al cesar en su actividad la empresa explotadora. Parte de la maquinaria del Cable fue desmontada en 2006, mientras que el gran silo sigue aguardando su destino final, no carente de amenazas provocadas por el voraz apetito urbanístico sobre aquella zona de la ciudad, momentáneamente detenido a causa de la crisis. Por otra parte, la imposibilidad de declarar la nave como Bien de Interés Cultural parece haberla sentenciado a muerte.

Las fotografías de este post fueron tomadas el día 27 de abril. Hoy han transcurrido 23 días desde el fatídico 1 de julio, en el que a pesar de la oposición vecinal, las excavadoras comenzaron su derribo.