Cargadero de la Cía. Minera de Sierra Menera
Cargadero visto desde el mar, hacia 1910 (Fot. CMSM)
AccederCon objeto de explotar los ricos yacimientos de hierro de Ojos Negros, se constituyó en 1900 la Compañía Minera de Sierra Menera, fundada por dos empresarios vascos: Ramón de la Sota y Eduardo Aznar. Para trasladar el mineral hasta el Puerto de Sagunto y darle salida por mar, además de suministrar hierro a la siderurgia local, tendieron un ferrocarril de 204 km desde las minas hasta esta localidad.
Se decidió igualmente construir un muelle para la carga de buques de hasta 10000 tm, cuyas obras se iniciaron en 1905 y concluyeron cuatro años más tarde. El embarcadero estaría plenamente operativo en 1910.
Cargadero de la Cía. Minera de Sierra Menera
Yate Goizeko Izarra, propiedad de Ramón de la Sota, anclado junto al cargadero (Fot. León, 1923)
AccederEn este nuevo muelle se instaló una plataforma con elevador de vagones, de 120 metros de longitud y 14 de altura, con una capacidad de descarga de 5000/6000 toneladas cada diez horas. Los vagones del ffcc, con 20 toneladass de mineral cada uno, subían mediante un doble ascensor eléctrico para ser descargados directamente, retornando a tierra mediante un descensor automático sencillo, de modo que al mismo tiempo que el vagón cargado subía, el vacío descendía por simple gravedad, ayudado por contrapesos. El ascensor estaba equipado con un motor de 180 CV alimentado por corriente continua de 500V, que accionaba dos tambores de considerable diámetro, dónde se enrollaban los cables de las jaulas. Tres vertederas, dos de ellas móviles, conducían el mineral hasta las bodegas de los buques.
Cargadero de la Cía. Minera de Sierra Menera
Otra vista del ya desaparecido cargadero (Arch. J.M. Sanchis, 1965)
AccederEl cargadero se mantuvo en servicio hasta 1974, fecha en la que fue demolido, coincidiendo con la suspensión de pagos de la CMSM, que sería definitivamente disuelta y cerrada en septiembre de 1987.
Con el desguace del viejo cargadero desaparecía también un auténtico icono del paisaje fabril saguntino, cuya inconfundible imagen aún perdura en la memoria de muchos de sus ciudadanos.
