La minería del plomo y el cinc en la región se inició a mediados del siglo XIX, de modo artesanal y con grandes altibajos, siendo el periodo comprendido entre 1918 y 1925 el de mayor actividad, para luego detenerse por completo.
En 1950, un grupo de cinco empresarios encabezados por Julio Alonso Rato retomaron el laboreo, ampliando las viejas galería y construyendo un pequeño lavadero con molino, decantadores y bandejas de flotación a pie de mina. Con la electrificación de la mina efectuada en 1951, pudo mecanizarse la extracción e instalarse un cable aéreo para llevar el mineral hasta el cargadero de Villarín, ya que hasta entonces el transporte se hacía con un solo mulo. Los trabajos mineros, tanto de interior como de exterior ocupaban en aquella época a 26 obreros.
La explotación cuenta con 5 niveles en dirección a una serie de filones de esfalerita-galena cuya potencia oscila entre 0,40 a 2 metros, aunque las producciones alcanzadas rara vez superaron las 80 toneladas semanales de mineral extraído. A causa de su bajo rendimiento y las dificultades de transporte y fundición, la mina fue abandonada en 1962.
Tras la caducidad y abandono de la concesión, fue nuevamente registrada por la sociedad Minero-Química Española, S.A. en 1971, recibiendo el nº 25236, aunque los trabajos no volvieron a retomarse jamás.
La mina ha sido rehabilitada recientemente, e incluso iluminadas parte de sus galerías para facilitar el recorrido. A ella solamente puede llegarse a pie a través de senderos.