La actividad extractiva de antracita en este municipio tiene sus orígenes en 1900, cuando Claudio López Brú, segundo marqués de Comillas adquiere las minas San Claudio, Luís, María e Isabel, perforándose ya entonces algunos pozos verticales. Posteriormente, en los años 30, las minas fueron vendidas a Hulleras de San Cebrián, que las mantuvo hasta 1947, vendiéndolas entonces a la recién formada sociedad Antracitas de San Claudio.
En 1950 se inició la explotación a través del pozo Pedrito, de cien metros de profundidad, pero al descubrirse que este había sido perforado en mala dirección, se abrió otro en 1956, en la pedanía de Villanueva de la Peña, al que llamaron Pedrito Segundo, quedando el primero como auxiliar de ventilación. Este segundo pozo, que alcanzó una profundidad de 250 metros, se convertiría en el más importante de Castrejón.
Una terrible inundación de la mina, acaecida en 1996, determinaría el cierre del pozo. El resto de minas de interior de la empresa serían clausuradas en 1999, manteniéndose hasta 2003 los trabajos en las explotaciones a cielo abierto que Antracitas poseía en la zona. Posteriormente, la empresa fue adquirida por Victorino Alonso, que siguió trabajando algunas cortas cercanas hasta época reciente.
El lavadero de la empresa estaba situado junto a la línea férrea de La Robla, en la estación de Castrejón de la Peña.