Los yacimientos de mercurio del paraje Campa del Trave ya habían sido estudiados en 1855 por Casiano de Prado, director entonces de las minas de la Sociedad El Porvenir de Asturias, manteniéndose el laboreo hasta finales del Siglo XIX. Más tarde, estos grupos pasarían a ser propiedad de Herrero y Compañía, hasta que en 1947 fueron adquiridos por la Sociedad Astur-Belga de Minas.
En 1957, la empresa Río Kumer (leídas las sílabas de derecha a izquierda encontraremos la palabra mercurio) arrendo la concesión Tonín (nº 24688) junto a otras de su entorno. Un año después se recuperaron antiguas labores y se construyó junto a la bocamina de El Nozal una planta de tratamiento con tres muflas metálicas con dos cámaras revestidas de ladrillo refractario y un sistema de condensación.
La mina dispuso de dos pozos verticales que comunicaban con las cuatro plantas, y varios socavones (San Ignacio, Olvidada, Rebollones, Zabaleta y Avelina), contando además con un socavón general de 250 metros.
Datos extraídos del libro La minería del mercurio en Asturias, del que son autores Carlos Luque y Manuel Gutiérrez.