Los yacimientos de carbón del Valle de Laciana venían siendo explotados por la empresa Minero Siderúrgica de Ponferrada desde 1918. En el año 2008, y tras absorber a Hullas del Coto Cortés, se formó una nueva sociedad: Coto Minero Cantábrico, propiedad del empresario Victorino Alonso, y se reestructuraron las explotaciones formándose un grupo, llamado Calderón-Villablino, dividiéndose éste en varios sectores: Villablino, Calderón, Orallo, Feixolín y Villager.
Dentro de este último sector se encuentra el pozo Calderón, también conocido como pozo Villager, puesto en servicio en 1974. Dispone de un castillete del tipo Duro Felguera (acero y plancha soldada) de unos 30 m de altura y de una máquina de extracción de tambores con motor de 500 Kw, con jaulas para cuatro vagones. El diámetro del pozo es de 5´80 m y su profundidad de 295 metros. Cuenta con 3 plantas, a cotas 946, 846 y 746 m., y con un plano inclinado que se puso en servicio a comienzos de los 90, y que desde la cota más baja permite acceder a dos plantas adicionales más, la 4ª y la 5ª.
Fue noticia en 1992 al encerrase en su sala de bombas varios delegados sindicales, como apoyo a la famosa Marcha Negra que se dirigió hasta Madrid para solicitar ayudas que permitieran la continuidad de la empresa.
Este pozo fue cerrado en diciembre de 2010, con la promesa de su reapertura: sus 104 mineros fueron trasladados a la mina de Cerredo pero el pozo, el último vertical que disponía en servicio la empresa, jamás volvió a abrirse. En la actualidad se encuentra abandonado, inundado hasta el brocal y parcialmente expoliado.