Se trata de pequeñas labores diseminadas en ambas vertientes del Barranco del Castellar, explotadas desde finales del siglo XIX y alcanzando su mayor apogeo en la década de los 40 del siglo pasado, para el beneficio del manganeso.
La pirolusita se presenta mayoritariamente en masas, rellenando grietas y cavidades de la caliza, notablemente karstificada. En muchas ocasiones se pueden encontrar fisuras completamente recubiertas de pequeñísimos cristales de pirolusita de un gran brillo.
La pirolusita y la goethita son los principales óxidos en estas minas, pero no los únicos. Es habitual la presencia de todorokita y hollandita, recientemente analizadas por Honorio Cócera en la facultad de Valencia.