Pozo Curuxona, Curuxona, Santiago Arenas, Siero, Asturias

martes, 6 de noviembre de 2018

Pozo Curuxona

Polvorín (Fot. J.M. Sanchis, 2015)

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En 1917, Matías Ibrán, Director de Fábrica de Mieres, y Francisco Orueta adquirieron un grupo minero que Eugenio Quintana poseía en la Curuxona, constituyendo posteriormente para su explotación la S.A. Hulleras de Rosellón, de la que formaba parte la familia Figaredo. El grupo estaba compuesto por las concesiones Adela, Leocadia, Pepa, No te Escapes, Natalia, Prusiana, Pepilla y alguna más.

Pozo Curuxona

Muros de sujeción en la entrada de la galería (Fot. J.M. Sanchis, 2015)

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Este pozo vertical, de 167 m de profundidad, llegó a tener cuatro plantas y un castillete metálico de 20 m de altura, hoy desaparecido, del cual únicamente hemos podido encontrar un par de fotografías. Dispuso, además, de una central termoeléctrica, montada en 1918, encargada de suministrar la energía que la explotación precisaba.

En 1932 las concesiones fueron adquiridas por la compañía Duro Felguera, que la abandonaría en 1933. Sus propiedades serían adquiridas tras el cierre por la sociedad Minas de Langreo y Siero.

Pozo Curuxona

Lavadero reconvertido en viviendas (Fot. J.M. Sanchis, 2015)

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Se ha conservado la gran chimenea de la central y el polvorín, mientras que la casa de aseos, oficinas, lampistería, el lavadero y el botiquín son ahora viviendas particulares. La caña del pozo está protegida por un muro de ladrillo, junto al cual aún se distinguen los apoyos del castillete. La casa de máquinas desapareció hace ya muchos años. Cercana a estas viviendas se encuentra la estrecha bocamina del primer piso del grupo.