A diferencia de otros museos, como el del Louvre o el Thyssen, por citar solo un par de significativos ejemplos, en el CIM Pozo Pilar de Escucha el Ayuntamiento o su alcalde prohíbe taxativamente la toma de fotografías y grabaciones en vídeo, tanto del interior del centro como de la torre de extracción, por lo que al turista (pagano al mismo tiempo) solo le queda el recurso de salirse a la vía pública para poder fotografiar el enorme castillete.
Que no se permita fotografiar el caótico tutti-frutti que se alberga y expone en su interior, lo entendemos. No es conveniente que se difunda dicha cutrez, no vaya a ser que el avispado y potencial visitante se dé cuenta del fiasco que aquello encierra y no entre, y por lo tanto no se deje allí los cuartos. Lo que no acabamos de comprender es como puede tenerse la desfachatez de prohibir tomar fotos del embarque o de la estructura exterior del castillete desde el interior del recinto vallado que lo rodea.
Claro que siempre nos quedará el astuto procedimiento de dar un paseo alrededor de la valla perimetral para poder fotografiarlo desde todas las posturas, en el más puro estilo “paparazzi” (según la RAE, “…aquel que tiene una conducta de fisgón, entrometido y sin escrúpulos mientras ejerce su oficio de fotógrafo”. Con las debidas precauciones, claro está, y a ser posible, camuflados con espeso follaje, no vaya a ser que nos manden a un municipal armado para detenernos por observar conducta tan sospechosa. Sabido es que detrás de una cámara siempre se encuentra a un traidor, un terrorista, un saboteador capaz de todo, aunque si no desea correr riesgos innecesarios, siempre tendremos como último recurso visitar la página de MTI dónde figuran un buen número de imágenes tanto de la máquina de extracción como del embarque o el castillete.
Que el municipio intente engrosar sus arcas a costa de los forasteros nos parece justo y lógico, pero lo que ya no nos parece ni tan lógico ni tan admisible es esta prohibición de rancio sabor que nos trae recuerdos de un pasado no muy lejano. En resumen: una cacicada más, de las tantas que se cometen en nuestro país y a las que ya nos tienen acostumbrados los políticos de turno. ¿Cuándo aprenderán eso de prohibido prohibir?
Fotografía y Texto: JMS.