En esta histórica explotación de "espato de Islandia" son observables hoy en día algunas catas y socavones, pero no queda ni rastro de sus bocaminas hacia labores de interior. Un pequeño túnel de unas decenas de metros en la zona alta de las primeras escombreras nos lleva hasta una pequeña corta muy naturalizada ya, aunque aún son visibles en sus paredes grandes cristales y estructuras romboédricas de calcita. En sus reconocibles escombreras es posible recolectar aún algún romboedro interesante.
El cristal que hoy nos ocupa fue colectado por Ander Sáez en 2013, cien años después de que el comerciante bilbaino Felipe Azcárate hiciera público el yacimiento con sus envíos de material óptico a Alemania y Estados Unidos. Las fotografías han sido realizadas por Ricardo Sáez, padre del recolector.
Si observáis con detenimiento las fotografías veréis que hay pequeños cristales facetados en su interior. No hemos sabido interpretar aún si el ejemplar se trata de un romboedro que ha sufrido un intenso proceso de disolución y una recristalización posterior de una segunda generación de calcita o, por el contrario, se trata de un romboedro a medio construir por cese del aporte de fluidos mineralizantes. En cualquier caso, una preciosa pieza de uno de los más clásicos yacimientos vizcainos de calcita.
