La exposición fotográfica que hoy nos ofrece Enrique Ortiz de Zárate nos reafirma en el concepto contemporáneo de Naturaleza, poniendo de manifiesto cómo ésta lo impregna todo y fluye entre los poros del Artificio, configurando así un único espacio de interacciones, un único tablero de juego, un único sistema de reglas y flujos entre el caótico desorden estructural de lo amorfo y el superorden de las estructuras cristalinas.
Nuevamente un enfoque hacia aquello que no podemos ver a simple vista arroja luz al debate actual sobre la existencia o no de un límite objetivo entre los productos naturales y los productos humanos industriales. En un ambiente artificial extremo como son los hornos de la industria metalúrgica, ha encontrado Enrique Ortiz de Zárate el crisol necesario para cocer las 21 fotografías que componen esta inusual muestra de arte, naturaleza y artificio.
Número de fotografías: 21 (Clic en la foto para ver secuencia)
Zuyano de cuna y con 58 años, Enrique Ortiz de Zárate se inicia en la fotografía desde muy joven a través de su afición a la astronomía y a la montaña. Consecuencia de sus habituales colaboraciones con el Museo de Ciencias Naturales de Álava fue el descubrimiento del mundo mineral, ámbito perfecto en el que aplicar esas nuevas técnicas que, al amparo de la actual revolución tecnológica, permitían apreciar como nunca el apasionante mundo microscópico. Tuvimos ocasión de conocer el resultado de todo ello en una anterior exposición dedicada a los microminerales presentes en las rocas volcánicas de Peñecerrada, un excepcional trabajo que ha quedado ya integrado en la exposición permanente del museo alavés.
En los últimos años, Enrique Ortiz de Zárate ha desarrollado una intensa actividad en la búsqueda de nuevos microambientes a los que acercar su cámara, y esta vez los ha encontrado en los hornos de la industria metalúrgica, un ambiente artificial extremo en el que ha sabido reconocer de qué manera y con qué formas la naturaleza se abre camino ante las imposiciones del control antrópico. Una naturaleza capaz de entregarnos, entre toneladas de escoria, destellos de una belleza mineral casi inadvertida que ningún proceso humano buscaba crear.